¿Donde está la violencia que no mata?
Publicado: 22 octubre 2010 Archivado en: Uncategorized | Tags: Medicalización de la vida 5 comentariosFuera, muy lejos, de las portadas de los periódicos, de las ruedas de prensa, de los telediarios y de las estadísticas que, día tras día, muerte tras muerte, nos transmiten los medios de comunicación en relación a la violencia doméstica o «machista», quedan muchos dramas del día a día aparcados en callejones sin salida. Mujeres jóvenes apabulladas, empequeñecidas, agraviadas, dependientes en lo económico y en lo emocional de un monstruo que no reconocen en los insultos o en las trampas cotidianas. Que son perseguidas, acosadas, engañadas. Que encuentran barreras e incomprensión allá por donde van pasando, cabizbajas y con el llanto contenido. En el trabajo, en la familia, en los juzgados, en los centros sanitarios, en las farmacias, en los cuarteles de la policía. Que arrastran en su perdición, sin quererlo, a madres, padres, hermanos, hijos pequeños, amigos… con los que nunca volverá a ser la misma.
Muchas de estas mujeres terminan viniendo a los centros de salud, donde casi lo único que podemos ofrecer es un pañuelo para enjugar las lágrimas, un volante para el psiquiatra y un antidepresivo. Y lo peor: a todos parece parecernos suficiente con eso.
[Foto: Alto a la violencia, de Rosaura Ochoa]
No es suficiente.
Lamentablemente las redes sociales históricas (familia extensa, comunidades pequeñas…) están en crisis. Y sin una red de seguridad, las caidas son duras.
El médico de familia tiene un papel para acompañar ese dolor pero no es la solución.
Hay problemas que no se deberían medicalizar, la violencia entre ellos.
Visibilizar, hablar, buscar soluciones, innovar, ser valientes… hay mucho por hacer.
Ante todo tengo la seguridad de que el médico ha de estar al lado de su paciente y ayudarle a encontrar las respuestas.
Muy bonito, Salvador, eso de que tenemos que estar al lado del paciente y ayudarle a encontrar las respuestas. Me ha gustado mucho. Y además, coincido contigo, aunque para hacer esa función lo más importante no es sólo ser médico, sino saber lo que se cuece en la mente de una mujer que ha sido vejada de forma reiterada por una persona a la que creía amar. Además, las respuestas sólo las tiene la paciente, pero sólo algunas personas le podrán ayudar a que las encuentre. No es nada fácil… no.
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Es un tema complejo, basado en una sociedad en que lo femenino no termina de ser «integrado» ¿qué se puede hacer? …. complejo, porque ¿cómo es posible que los hombres que a mi me dan miedo les gusten a las mujeres? …. tiene mucho que ver con el entorno familiar y, eso tiene difícil solución.
Me deja «sin aliento» eso de «no se puede hacer nada» ….
Siempre hay algo que se puede hacer y quizás lo más importante es estar con los oídos dispuestos para oír, buscar más allá de los motivos de consulta; mirar a los ojos y ver esa mirada baja y huidiza; acompañarla en el proceso y mostrarle los caminos que ella no puede o no quiere ver y darle todo nuestro apoyo y sobre todo nunca reprochar sus decisiones.