Rotaciones externas docentes decentes


Las rotaciones externas tienen (o supuestamente tienen) un fin docente. Básicamente, lo que pretenden es que el especialista en formación complete su perfil competencial donde y como sea necesario. En torno a este tema, el panorama ha cambiado algo desde la aprobación del llamado «decreto formativo MIR«, ya que ahora las rotaciones externas las aprueban y conceden las comunidades autónomas. Pero por lo demás, casi todo sigue igual.

Hace unos años publicamos un trabajo interesante (no es porque estuviera entre los autores, es que es verdad) en el que un elenco de gente vinculada a unidades docentes de medicina de familia de nuestro país (tutores, residentes, coordinadores de unidades docentes, técnicos de salud y miembros de la comisión de la especialidad) opinaba sobre lo que es y lo que aportan las rotaciones externas.

En este trabajo, nos centramos, entre otras cosas, en valorar qué aporta, que ventajas obtiene el residente, la unidad docente y el propio sanitario sanitario cuando un especialista en formación da el paso de «salir fuera». Éstas fueron las más valoradas (por orden decreciente):

  • Completan y complementan el perfil profesional del futuro médico de familia,
  • Aportan creatividad,
  • Permiten conocer otras formas de trabajar y otras relaciones de equipo,
  • Favorecen el enriquecimiento personal, y suponen una experiencia vital,
  • Amplian la perspectiva de los residentes respecto al sistema sanitario y la especialidad,
  • Favorecen el intercambio de ideas, conocimientos y experiencias entre distintas Unidades docentes y entre residentes de distintos lugares, y
  • Fomentan un espíritu crítico entre los residentes respecto a su formación.

Por otro lado, el principal problema sobreviene cuando se aprueban para fines no estructamente docentes. Así, lo que teóricamente está destinado a ser un complemento para rellenar lagunas formativas, se convierte en ocasiones en una especie de circo. Podemos poner un ejemplo que es ciertamente común, sobre todo en el ambiente hospitalario. En un determinado centro hay una carencia de médicos de un área concreta, ofertan a un residente de último año de esa especialidad de otra ciudad que rote por ese servicio con la idea de que luego se quede como adjunto. Fin docente: mínimo. Otro ejemplo: cuando un residente que no pudo coger en el MIR una plaza en su ciudad de origen y tiene que ir se a la otra punta del país, como no es posible hacer un traslado y volver a repetir el exámen MIR con la idea de aprobar con mejor nota y conseguir la ansiada plaza en casa, por muy fácil y barato que resulte el maldito exámen, es una lata, en vez de esas dos cosas lo que hacen muchos es aguantar como pueden hasta el último año, momento en el que piden la rotación de centro de salud por la ciudad de origen, rompiendo así la unidad tutor-residente. Fin docente: nulo. Estos dos ejemplos nos deben hacer reflexionar sobre el verdadero significado de las rotaciones externas «docentes». Y en definitiva, también sobre el valor real del sistema docente español.

No es el caso de este otro nuevo ejemplo, en el que me quiero detener especialmente, por resultarme sumamente preocupante la lectura que de él saco. Me manda un e-mail un residente de tercer año de una unidad docente de MFyC de nuestro amado país. Quiere información sobre qué opciones podría tener para hacer una rotación externa. Después de explicarle diversas experiencias que he conocido por referencias de compañeros y otras publicadas (en la revista c@p, por ejemplo, en la sección JMF y residentes > experiencias docentes), le pregunto porqué quiere hacer la rotación.

La respuesta venía a ser que para salir del tedio.

Para huir del ninguneo de las rotaciones del hospital.

Para escapar del «no quiero estar detrás de un residente de una especialidad que va detrás de otro residente de otra especialidad que a su vez va detrás de un adjunto».

Utilizaba palabras como «perdido», «estancado» «sentirme fuera de sitio».

Quería que la rotación externa le devolviera la «ilusión» por la especialidad, por la residencia.

¿ Qué está pasando? ¿Qué estamos consiguiendo? Si no se revela este residente, ¿cómo acaba? Si no ponemos remedio a este sinsentido, ¿qué podemos esperar de nuestros futuros médicos de familia? ¿Qué hemos hecho para generar estas situaciones? ¿Son las rotaciones externas las válvulas de escape que necesitamos para aliviar la presión? ¿De veras tiene sentido esto que hacemos?


3 comentarios on “Rotaciones externas docentes decentes”

  1. Laura dice:

    En casos como el último que comentas, habría que asegurar siempre unas adecuadas rotaciones internas… De todos modos, parece como si cuando somos residentes de medicina de familia y comunitaria nuestra única obsesión es el hospital y las superespecialidades hospitalarias, cuando al final lo que realmente tenemos que saber es cómo manejar la diabetes desde AP, o cómo tratar las artrosis en nuestras consultas, o cómo gestionar nuestra agenda o cómo comunicarnos con los pacientes o… Y yo todo eso lo aprendí de mi tutor del centro de salud, con el que sólo pude estar 3 meses recién R1 y el último año. Porque (y que nadie se ofenda) el que yo le pasara planta al cardiólogo de turno durante mi rotación no me formó en el manejo diario de los pacientes cardiópatas, sino en el sálvese quien pueda y que menudo morro tenía ese cardiólogo. Pues eso.

  2. Alberto dice:

    En tres meses comenzaré mi cuarto año de residencia y comprendo muy bien el ejemplo puesto. Por fin, después de 2 años y medio de peregrinaje por el hospital, «he vuelto a mi sitio», ya estoy en la consulta con mi tutor y recobro sensaciones que creía olvidadas, me emociono con Mercedes cuando habla de su marido recientemente fallecido, o sonrío cuando Juan reprende a María por «chivarse» que esta navidad se ha pasado con los dulces, o me preocupo cuando mandamos al hospital a Salvador que a sus 15 años la diabetes ha hecho aparición en su vida. Esto es lo que yo elegí y lo que quiero hacer el resto de mi vida laboral. Y para ello he intentado extraer lo más positivo de cada rotación hospitalaria, que ha sido mucho, las hay buenas y menos buenas, algunas desastrosas, nos encontramos en muchas ocasiones desubicados, «utilizados», pero siempre podemos aprender algo que pondremos en práctica en nuestra consulta en algún momento.
    En breve me voy a Barcelona de rotación externa, estaré dos meses en el Servicio de Salud Internacional y estoy seguro que muchas cosas aprenderé para cuando vuelva poder comprender mejor a Freddy, o a Martha, o a Mohammed.

    • Enrique Gavilán dice:

      Uy, Alberto, creo que tu actitud es positivo, muy positiva. A uno le alegran mucho escuchar estas cosas de un R3-casi-R4. Se necesitan muchos más médicos de familia como tu para cambiar las cosas, pero si nos esmeramos lo mismo con menos también lo conseguimos!
      Un abrazo, que no decaiga tu inquietud, y suerte con la rotación, al margen de que aprendas o no seguro que la experiencia en sí merecerá la pena.

      enrique


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