Argumentos frente a la omnipresencia social de la innovación
Publicado: 13 enero 2010 Archivado en: Investigación, Uncategorized | Tags: Innovación, Investigación Deja un comentarioLos progresos científicos animan la evolución social, a su vez la sociedad respalda la investigación. En el caso particular de la investigación médica, la sociedad acepta con facilidad las innovaciones por cuatro razones: Por una parte, por el prestigio y el poder que ostentan los profesionales, que están protegidos por el mandato social; en segundo lugar, la innovación, cualquier innovación, se presenta como superior a lo reemplazado; en tercer lugar, innovar es consecuente con los valores culturales predominantes, y, por último, el culto a la salud es una ideología poderosa en las sociedades modernas y laicas, con un amplio poder de convocatoria, especialmente entre las clases medias, las cuales han perdido sus lazos con la cultura tradicional y se sienten cada vez más inseguras en un mundo que cambia con rapidez.
Luis Palomo Cobos. Virtud y virtuosismo de las nuevas tecnologías en Atención Primaria. Boletín OPiniones, OSALDE (Asociación por el derecho a la salud) 2006.
¿Cómo conseguir que los estudios publicados por la industria farmacéutica cumpla unos mínimos éticos aceptables?
Publicado: 15 diciembre 2009 Archivado en: Ética, congresos, Encuestas, Industria Farmacéutica, Investigación Deja un comentarioLo que cuesta la investigación clínica con fármacos: sólo una pequeña muestra
Publicado: 19 octubre 2009 Archivado en: GASTO FARMACÉUTICO, Industria Farmacéutica, Investigación Deja un comentarioInvestigación en Atención Primaria: ¿callejones o avenidas?
Publicado: 15 septiembre 2009 Archivado en: Investigación, medicina de familia Deja un comentarioPor un lado: hace poco estuve en una reunión de trabajo para desarrollar una de las líneas estratégicas del Servicio Extremeño de Salud concerniente a la I+D+i. Salió la archinombrada cuestión de la falta de «cultura» investigadora, y la no menos manida expresión de la «necesidad de fomentar la investigación en AP».
¿Cómo podemos investigar desde AP? Por un lado, podríamos pensar que es deseable que participemos en los grandes ensayos clínicos de los fármacos que poco a poco se incorporan al «arsenal terapéutico» (¡qué poquito me gusta esta expresión bélica!), ya que es en condiciones reales de uso donde deben experimentarse, y no sólo en clínicas especializadas o en grandes hospitales. Y, sobre todo, si estos ensayos clínicos son promovidos de forma independiente, y no por intereses de la industria farmacéutica. Otra forma es crear grupos de investigación, y concursar a ayudas del FIS, y publicar, ir a congresos, etc.
Para todo esto, es necesario dar pasos desde la administración, como me recuerda Jose María, que calen poco a poco y sin hacer mucho ruido terminen dando sus frutos a medio-largo plazo: modificar leyes, agilizar trámites burocráticos, crear infraestructuras de fomento y de control ético, no dejar de dar formación, procurar incentivación con tiempo y puntos para la carrera o procesos selectivos, etc. Imprescindible, sin duda.
Pero yo me pregunto si es eso a todo lo que podemos aspirar cuando hablamos de investigación en AP. Hay muchos compañeros que no se sienten atraidos por este tipo de investigación «de alto nivel», por el motivo que sea. Hasta cierto punto es lógico. Sin embargo, de lo que no podemos abstraernos es de la investigación entendida como la búsqueda de respuestas ante los retos y problemas del día a día: ver el efecto que puede tener gestionar la demanda de una consulta, indagar lo que esconde una expectativa no expresada, analizar porqué hiperfrecuenta Juana o cómo un tutor puede hacer que un residente desmotivado pueda tomar las riendas de su propia formación. Para esto no hay excusa: investigar también es ésto.
Y ésto, ni las leyes, ni los protocolos, ni los cursos, ni las fundaciones, ni tan siquiera las medidas para incentivar conseguirán ni propiciarlo ni cambiarlo.
Ahora, como investigador, me quedo con John Coltrane:
Las declaraciones honestas de conflictos de intereses en la elaboración de las guías clínicas brillan por su ausencia
Publicado: 29 mayo 2009 Archivado en: Ética, Investigación Deja un comentarioDISEÑO: Estudio transversal descriptivo.
MATERIAL Y MÉTODOS.
Se autores se centran en 3 GPC (esquizofrenia, depresión mayor, trastorno bipolar) y en los 20 miembros de la American Psyquiatric Association (APA) que formaron parte de los tres grupos de expertos elaboradores.
Extraen a los 20 miembros e investigan, en los 5 años previos a la publicación de las GPC, la vinculación (cuando es clara) con las industrias farmacéuticas, mediante una búsqueda en las bases de datos de Medline, Lexis-Nexis academia y en las patentes pendientes o concedidas en la Oficina de Patentes y Marcas de USA (para determinar si los autores tienen alguna propiedad intelectual en medicamentos o dispositivos médicos cuyas ventas pudieran verse afectadas por las recomendaciones de sus GPC). El mismo motor de búsqueda sirvió para buscar otras declaraciones fiables de vinculación de los autores, como conferencias revisadas por pares.
Las categorías de vinculación consideradas y codificadas por los investigadores fueron las siguientes: honorarios; participación en el capital de las industrias farmacéuticas, principal en el arranque de una compañía; miembro del comité científico asesor o de los divulgadores de medicamentos de las compañías; perito para defender en los litigios a la compañía; patentes o derechos de autor; consultoría; colaborador en un estudio financiado por la industria; regalos de las compañías farmacéuticas incluyendo viajes, financiaciones, contratos y materiales de investigación. La identificación, codificación y asignación fue hecha por tres investigadores independientemente y los desacuerdos fueron resueltos por un cuarto investigador, el cual, además, hizo una auditoría aleatoria para verificar la corrección de los códigos en los que hubo acuerdo.
RESULTADOS:
1º Analizando los 20 autores.
1) 18 de los 20 autores (90%) de las 3 GPC, tenían 1 o más vinculaciones financieras, ninguna de las cuales fueron declaradas en las GPC.
2) Estratificando las 3 GPC, las relaciones financieras de sus miembros fueron: a) 100% de los autores de la “GPC para esquizofrenia”; b) 100% de los autores de la “GPC para trastorno bipolar”; y c) 60% de los autores de la “GPC de depresión mayor”.
2º Analizando a los 18 autores vinculados financieramente con la industria.
1) Por códigos de vinculación, se distribuyeron así: a) 14 (77,7%) eran consultores; b) 8 (44,4%) estaban en empresas o en los comités asesores de las compañías; c) 7 (38,8%) había recibido honorarios; d) 6 (33,3%) fue divulgador de medicamentos de las compañías, e) 3 (16,6%) tenía patrimonio en una de las industrias cuyos medicamentos estaban recomendados en la GPC.
2) Por número de vinculaciones, se distribuyeron así: a) 16 (88,8%) tenían más de una; b) 12 (66,6%) tenían 3 o más; y c) 10 (55,5%) tenían cuatro o más.
3) Todas las industrias farmacéuticas a las que estaban vinculados los 18 tenían medicamentos incluidos en las GPC, destacándose que: a) 11 de sus medicamentos merecieron la calificación de “sustancial o moderada confianza clínica” para trastorno bipolar; b) 9 de sus medicamentos estaban identificados como “probablemente medicaciones óptimas” para depresión mayor; y c) 16 de sus medicamentos fueron identificados como “comúnmente usados” para esquizofrenia.
DISCUSIÓN.
El interés de esta investigación es que estas 3 GPC de la American Psyquiatric Association se toman como estándar de calidad por los médicos clínicos de la Atención Especializada y la Atención Primaria para sus diagnósticos y prescripciones.
En USA, 23 millones de habitantes están “diagnosticados” de depresión mayor, trastorno bipolar o esquizofrenia.
En el SES, 66.500 personas toman medicamentos antidepresivos y 7.700 antipsicóticos, lo cual supone el 7% de las prescripciones y el 11% del gasto.
LIMITACIONES DEL ESTUDIO.
El diseño y alcance del estudio le confiere varias limitaciones: a) algunas vinculaciones probablemente se perdieron porque era difícil detectarlas, con lo que no pudieron atribuirse a los autores; y b) no puede establecer relación causa-efecto, aunque cita un estudio sobre psicología de la persuasión
CONCLUSIÓN.
Los autores de GPC deben declarar sus conflictos de intereses no sólo en las publicaciones sino antes de comenzar la elaboración de los trabajos. Los conflictos de intereses incluyen, al menos, todos los códigos de vinculación elaborados por los investigadores de este estudio. [1] Cialdini RB: Influence: The Psychology of Persuasion. New York, Quill William Morrow, 1993. [2] Wazanza A: Physicians and the pharmaceutical industry: is a gift ever just a gift? JAMA 2000; 283: 373–380.
Comunicaciones y publicaciones científicas fragmentadas: el "efecto chorizo"
Publicado: 26 mayo 2009 Archivado en: Ética, Investigación Deja un comentario
Desde hace un tiempo a esta parte, se está comenzando a detectar más fraudes científicos de los que a todos nos gustaría. De los que más prevalencia tienen son los relativos a las publicaciones redundantes. Una modalidad curiosa es la denominada en el mundo anglosajón como «publicación salami». A nosotros, al igual que a Rafa Bravo, nos gusta más el término «publicación chorizo», mucho más de nuestro ámbito cultural.
Rafa no duda en ir más allá al definir el fenómeno:
Como si fuera un embutido, de ahí el nombre, un trabajo de cierta entidad se corta en porciones menores que serán publicados como artículos independientes en diferentes revistas. Adaptando el termino al castellano, se le podría llamar publicaciones chorizo aludiendo a nuestro embutido autóctono, y de paso a la catadura moral de sus practicantes. Los fragmentos en que se divide, o lo que se ha llamado «unidad mínima publicable», no aportan aisladamente nada nuevo y se deberían publicar como el todo que fueron en el momento del estudio. Otra definición similar del efecto chorizo podemos verla en Gaceta Sanitaria.
Además, en su página, el Dr.Bravo analiza y categoriza las distintas modalidades de fraude en la publicación de los resultados de la investigación. Magistral, como siempre, ¡Bravo!
Más información sobre este fenómeno podemos encontrarlo en publicaciones como ésta y ésta.
Pero, ¿de verdad es tan importante esta forma de fraude? Sólo dos datos para ilustrar la magnitud de la tragedia:
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En un artículo publicado en 1999, tres autores escudriñaron entre los artículos publicados en un sólo año en una sóla revista. Encontraron que de los 343 artículos ‘originales’ analizados, 26 (7.6%) tenían cierto grado de redundancia.
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En el Congreso semFYC Madrid 2008, alrededor del 8% de las comunicaciones presentadas fueron sospechosas, a criterio del comité científico, de presentar el «efecto chorizo» (comunicación personal).
Y ¿cuál es la causa de esta forma de «timo»? ¿Afán de protagonismo? ¿Curriculitis? ¿Tratar de aumentar el factor de impacto de forma artificial al incrementar la tasa de autocitaciones?
Afortunadamente, para arreglar un poco todo este desaguisado, tenemos la COPE. Sí, la COPE. Pero no la Cadena de Ondas Populares Españolas, sino el COMMITTEE ON PUBLICATION ETHICS (menos mal, no es por nada…). Con el fin de informar y concienciar sobre estas prácticas fradulentas, algunos ex-editores de grandes revistas, como son Mike Farthing (Gut), Richard Smith (BMJ), Harvey Marcovitch (Archives of Disease in Childhood) y Fiona Godlee (actual editora de BMJ), crearon este comité cuya labor es impagable.
Entre las joyas que esconde su web, tenemos un apartado de Flowcharts, del cual extraemos este algoritmo que no sólo puede ser útil para los revisores de las revistas, sino que puede servir de advertencia para los investigadores tentados a convertirse en chorizos.
Espacio Ibérico del conocimiento: ¿fantasia o oportunidad con potencial?
Publicado: 16 mayo 2009 Archivado en: cooperação transfronteiriça, Investigación Deja un comentario
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