¿Cómo conseguir que los estudios publicados por la industria farmacéutica cumpla unos mínimos éticos aceptables?
Publicado: 15 diciembre 2009 Archivado en: Ética, congresos, Encuestas, Industria Farmacéutica, Investigación Deja un comentarioEl prescriptor y la industria farmacéutica: ¿amistades peligrosas?
Publicado: 14 julio 2009 Archivado en: Ética, Industria Farmacéutica Deja un comentario
No sé si el viaje que hice durante R3 a Praga 3 días a gastos pagos para asistir a una charla de dos horas sobre disfunción endotelial en vuelo charter cargado de médicos de familia podría considerarse que cumpliera con estos requisitos. Aunque, de nuevo, tergiverso, ya que esto tuvo lugar hace ya 6 años, no estaba vigente aún este código. Esto ahora no se «permite»…
La financiación de un profesional sanitario para asistir a un congreso. Esto enlaza con el estudio churrero que hicimos hace unos días (recordad: 1200 € como mínimo te costaría un congreso nacional de medicina de familia/general si te lo costearas de tu bolsillo). Da que hablar este tema. Independientemente de la forma de pago de ese congreso, que es lo que plantea esta pregunta del curso, ¿porqué ha de ser la industria la que pague? ¿Porqué no paga tu empresa (sea esta el SES o el SESCAM o el Hospital de Fuenlabrada o la Clínica Ruber)? ¿O debe ser el interesado el que se lo pague de su propio bolsillo? ¿A dónde va esa formación recibida? ¿Porqué esos precios? ¿Quién gana en este ciclo de negocios en que se ha convertido la formación de los profesionales sanitarios?
El Principito, las fuentes y la capacidad de crítica
Publicado: 22 junio 2009 Archivado en: Ética, otrascosasdecomer Deja un comentario¿Educar o formar a los profesionales sanitarios?
Publicado: 4 junio 2009 Archivado en: Ética, formación continuada Deja un comentarioAl parecer, los defensores del pueblo de varias comunidades autónomas están de acuerdo en que nuestra sanidad funciona en general bien y que tenemos un sistema sanitario bueno, pero «deshumanizado«. La deshumanización de la sanidad… Gran tema de discusión, ¿verdad?
¿Qué proponen para darle la vuelta a esta situación? Entre otras cosas, hablaba este señor de la necesidad de educar a los profesionales en técnicas de comunicación. No nos centraremos en el objeto de la formación-educación (la comunicación clínica indiscutiblemente humaniza la relación y el sistema sanitario). Sino en el detalle de «educar» o «formar» a los profesionales. Porque curiosamente nosotros no recibimos educación, pero sí que educamos (o creemos educar) a los pacientes.
Las declaraciones honestas de conflictos de intereses en la elaboración de las guías clínicas brillan por su ausencia
Publicado: 29 mayo 2009 Archivado en: Ética, Investigación Deja un comentarioDISEÑO: Estudio transversal descriptivo.
MATERIAL Y MÉTODOS.
Se autores se centran en 3 GPC (esquizofrenia, depresión mayor, trastorno bipolar) y en los 20 miembros de la American Psyquiatric Association (APA) que formaron parte de los tres grupos de expertos elaboradores.
Extraen a los 20 miembros e investigan, en los 5 años previos a la publicación de las GPC, la vinculación (cuando es clara) con las industrias farmacéuticas, mediante una búsqueda en las bases de datos de Medline, Lexis-Nexis academia y en las patentes pendientes o concedidas en la Oficina de Patentes y Marcas de USA (para determinar si los autores tienen alguna propiedad intelectual en medicamentos o dispositivos médicos cuyas ventas pudieran verse afectadas por las recomendaciones de sus GPC). El mismo motor de búsqueda sirvió para buscar otras declaraciones fiables de vinculación de los autores, como conferencias revisadas por pares.
Las categorías de vinculación consideradas y codificadas por los investigadores fueron las siguientes: honorarios; participación en el capital de las industrias farmacéuticas, principal en el arranque de una compañía; miembro del comité científico asesor o de los divulgadores de medicamentos de las compañías; perito para defender en los litigios a la compañía; patentes o derechos de autor; consultoría; colaborador en un estudio financiado por la industria; regalos de las compañías farmacéuticas incluyendo viajes, financiaciones, contratos y materiales de investigación. La identificación, codificación y asignación fue hecha por tres investigadores independientemente y los desacuerdos fueron resueltos por un cuarto investigador, el cual, además, hizo una auditoría aleatoria para verificar la corrección de los códigos en los que hubo acuerdo.
RESULTADOS:
1º Analizando los 20 autores.
1) 18 de los 20 autores (90%) de las 3 GPC, tenían 1 o más vinculaciones financieras, ninguna de las cuales fueron declaradas en las GPC.
2) Estratificando las 3 GPC, las relaciones financieras de sus miembros fueron: a) 100% de los autores de la “GPC para esquizofrenia”; b) 100% de los autores de la “GPC para trastorno bipolar”; y c) 60% de los autores de la “GPC de depresión mayor”.
2º Analizando a los 18 autores vinculados financieramente con la industria.
1) Por códigos de vinculación, se distribuyeron así: a) 14 (77,7%) eran consultores; b) 8 (44,4%) estaban en empresas o en los comités asesores de las compañías; c) 7 (38,8%) había recibido honorarios; d) 6 (33,3%) fue divulgador de medicamentos de las compañías, e) 3 (16,6%) tenía patrimonio en una de las industrias cuyos medicamentos estaban recomendados en la GPC.
2) Por número de vinculaciones, se distribuyeron así: a) 16 (88,8%) tenían más de una; b) 12 (66,6%) tenían 3 o más; y c) 10 (55,5%) tenían cuatro o más.
3) Todas las industrias farmacéuticas a las que estaban vinculados los 18 tenían medicamentos incluidos en las GPC, destacándose que: a) 11 de sus medicamentos merecieron la calificación de “sustancial o moderada confianza clínica” para trastorno bipolar; b) 9 de sus medicamentos estaban identificados como “probablemente medicaciones óptimas” para depresión mayor; y c) 16 de sus medicamentos fueron identificados como “comúnmente usados” para esquizofrenia.
DISCUSIÓN.
El interés de esta investigación es que estas 3 GPC de la American Psyquiatric Association se toman como estándar de calidad por los médicos clínicos de la Atención Especializada y la Atención Primaria para sus diagnósticos y prescripciones.
En USA, 23 millones de habitantes están “diagnosticados” de depresión mayor, trastorno bipolar o esquizofrenia.
En el SES, 66.500 personas toman medicamentos antidepresivos y 7.700 antipsicóticos, lo cual supone el 7% de las prescripciones y el 11% del gasto.
LIMITACIONES DEL ESTUDIO.
El diseño y alcance del estudio le confiere varias limitaciones: a) algunas vinculaciones probablemente se perdieron porque era difícil detectarlas, con lo que no pudieron atribuirse a los autores; y b) no puede establecer relación causa-efecto, aunque cita un estudio sobre psicología de la persuasión
CONCLUSIÓN.
Los autores de GPC deben declarar sus conflictos de intereses no sólo en las publicaciones sino antes de comenzar la elaboración de los trabajos. Los conflictos de intereses incluyen, al menos, todos los códigos de vinculación elaborados por los investigadores de este estudio. [1] Cialdini RB: Influence: The Psychology of Persuasion. New York, Quill William Morrow, 1993. [2] Wazanza A: Physicians and the pharmaceutical industry: is a gift ever just a gift? JAMA 2000; 283: 373–380.
Un foro de lujo: construcción en sanidad
Publicado: 26 mayo 2009 Archivado en: Ética, Humor Deja un comentarioComunicaciones y publicaciones científicas fragmentadas: el "efecto chorizo"
Publicado: 26 mayo 2009 Archivado en: Ética, Investigación Deja un comentario
Desde hace un tiempo a esta parte, se está comenzando a detectar más fraudes científicos de los que a todos nos gustaría. De los que más prevalencia tienen son los relativos a las publicaciones redundantes. Una modalidad curiosa es la denominada en el mundo anglosajón como «publicación salami». A nosotros, al igual que a Rafa Bravo, nos gusta más el término «publicación chorizo», mucho más de nuestro ámbito cultural.
Rafa no duda en ir más allá al definir el fenómeno:
Como si fuera un embutido, de ahí el nombre, un trabajo de cierta entidad se corta en porciones menores que serán publicados como artículos independientes en diferentes revistas. Adaptando el termino al castellano, se le podría llamar publicaciones chorizo aludiendo a nuestro embutido autóctono, y de paso a la catadura moral de sus practicantes. Los fragmentos en que se divide, o lo que se ha llamado «unidad mínima publicable», no aportan aisladamente nada nuevo y se deberían publicar como el todo que fueron en el momento del estudio. Otra definición similar del efecto chorizo podemos verla en Gaceta Sanitaria.
Además, en su página, el Dr.Bravo analiza y categoriza las distintas modalidades de fraude en la publicación de los resultados de la investigación. Magistral, como siempre, ¡Bravo!
Más información sobre este fenómeno podemos encontrarlo en publicaciones como ésta y ésta.
Pero, ¿de verdad es tan importante esta forma de fraude? Sólo dos datos para ilustrar la magnitud de la tragedia:
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En un artículo publicado en 1999, tres autores escudriñaron entre los artículos publicados en un sólo año en una sóla revista. Encontraron que de los 343 artículos ‘originales’ analizados, 26 (7.6%) tenían cierto grado de redundancia.
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En el Congreso semFYC Madrid 2008, alrededor del 8% de las comunicaciones presentadas fueron sospechosas, a criterio del comité científico, de presentar el «efecto chorizo» (comunicación personal).
Y ¿cuál es la causa de esta forma de «timo»? ¿Afán de protagonismo? ¿Curriculitis? ¿Tratar de aumentar el factor de impacto de forma artificial al incrementar la tasa de autocitaciones?
Afortunadamente, para arreglar un poco todo este desaguisado, tenemos la COPE. Sí, la COPE. Pero no la Cadena de Ondas Populares Españolas, sino el COMMITTEE ON PUBLICATION ETHICS (menos mal, no es por nada…). Con el fin de informar y concienciar sobre estas prácticas fradulentas, algunos ex-editores de grandes revistas, como son Mike Farthing (Gut), Richard Smith (BMJ), Harvey Marcovitch (Archives of Disease in Childhood) y Fiona Godlee (actual editora de BMJ), crearon este comité cuya labor es impagable.
Entre las joyas que esconde su web, tenemos un apartado de Flowcharts, del cual extraemos este algoritmo que no sólo puede ser útil para los revisores de las revistas, sino que puede servir de advertencia para los investigadores tentados a convertirse en chorizos.
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