Buscando el tutor excelente


Un tutor que te escuche más que tu pareja, que esté dispuesto a dedicar todo el tiempo del mundo en tu formación, que sea altrutista y sensible, que sea paciente con tus errores, honesto consigo mismo y humilde con las metas docentes, que te motive cuando estás de bajón, que sea más fiable que un ferrari y más de fiar que tu padre, accesible como la agenda de un médico rural, que no te juzgue y te acepte tal como eres, que sea experimentado y sabio, que te ayude a clarificar tus emociones cuando tienes la picha echa un lío, que sea capaz de apreciar lo que vales aunque no valgas un duro, que se emocione con tus emociones, que prediga con el ejemplo y que dicho ejemplo sea más impoluto que el expediente de un capitán general de la armada, que te permita navegar solo incluso cuando te pierdas en el mar de la incertidumbre pero sin abandonarte en mitad de la nada cuando necesites recuperar el rumbo, que te dibuje nuevos horizontes y nuevos retos constantemente, que te ayude a conocerte a ti mismo y tus contradicciones y potenciales, que te alumbre tus posibilidades de futuro laboral y profesional sin coaccionarte ni condicionarte,
etc., etc., etc.

Todo eso y mucho más es lo que dos impresionantes revisiones sistemáticas de estudios cualitativos y cuantitativos describen como las cualidades de un buen tutor.

Pero, claro, un buen tutor también necesita tener un alumno/discente/residente a la altura o al menos que responda ante sus estímulos, unas condiciones de trabajo adecuadas que le permitan hacer una buena labor docente sin que ello suponga dejar de tener vida propia o familia o tiempo libre, un sistema de incentivación personalizado y con elementos motivadores reales y adaptados a la función docente, un sistema de evaluación formativa y también sumativa fiable y válido, que sirva para discriminar y para alentar la adquisición de competencias, etc., etc., etc.

Muchos de nuestros tutores de medicina de familia podrían parecerse a los del texto inicial de esta entrada y llevar a cabo una tutorización como la de la foto. Pero tal y como está el patio, tal y como está la AP, bastante es que no dimiten y que aguantan el carro.

La realidad de nuestros centros de salud hace casi inviable la tutorización no ya como la definen estas dos revisiones, sino siquiera adecuada. No se puede pedir más a los tutores…

(Foto: Snowbirds-31.jpg, por Ack Ook)


3 comentarios on “Buscando el tutor excelente”

  1. […] This post was mentioned on Twitter by rqgb, Eduardo Puerta and Iñaki Sánchez Amezua, Enrique Gavilán. Enrique Gavilán said: Buscando el tutor excelente http://wp.me/pD3FL-17w […]

  2. Muy bueno, Enrique. Está claro que Irby no lo dejó todo escrito en su ya antigua revisión de 1995…
    Dado que estamos viviendo un periodo de crisis formativa, sería bueno exigir que se desarrolle normativamente el ya famoso Real Decreto 183/2008 , autonomía por autonomía. Sospecho que muy pocas lo han hecho.
    Y no parece que sociedades o sindicatos tomen la antorcha. ¿Otra causa para la AP XII?.
    Un abrazo.
    Eduardo.

    • Enrique Gavilán dice:

      Eduardo,
      El problema es que el ya famoso decreto, como casi todas las normativas a nivel general, no aterriza ni concreta nada, sino que lo deja todo en el aire, a criterio de cada comunidad. Por ejemplo, en el modelo de incentivación.
      Tiene su sentido, porque el ministerio no tiene competencias en este tema, pero el problema es que si no se establecen criterios comunes entre todas las CCAA las desigualdades y diferencias entre comunidades se incrementará. Y habrá comunidades donde establecerán como mecanismo incentivador la palmadita en la espalda, que no está el horno para muchos bollos…
      Da para una causa, sin duda!
      😉


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