Buscando culpables a la muerte de un bebé que nació en casa
Publicado: 29 octubre 2010 Archivado en: Uncategorized | Tags: Ética 12 comentariosHace un par de días nació un bebé fuera de un hospital en Cáceres. Algo de lo que casi nadie se escandaliza a estas alturas de siglo. Si no fuera, claro está, porque todo salió mal… y la niña terminó muriendo fruto de las complicaciones intraparto.
Si esto hubiese ocurrido en un hospital, se buscaría un culpable dentro del mismo: la matrona o el tocólogo. Pero como ha sido fuera los culpables parecen ser los padres. Aunque la decisión de parir en casa fuese informada y libremente tomada por ellos, todos los señalan con la mano acusándolos, como poco, de imprudentes. Como si la muerte de una hija no fuese suficiente para ellos…
El primero en iniciar la caza de brujas ha sido el presidente del colegio de médicos de Cáceres, que considera que «se ha jugado con la vida de un ser indefenso» y que entiende que las autoridades sanitarias deben intervenir para determinar «hasta dónde llega la libertad de los padres». Como no, en el hospital la reacción ha sido la habitual en estos casos: culpabilizar a todo aquel que no llega al mismo cuando y como ellos deseen. «No entendemos cómo una niña que llegó muy mal al hospital estuvo tres horas en casa«. Y para cerrar la santa trinidad inquisitoria, el señor fiscal, que aunque no halla objeción al parto en casa, apunta la posibilidad de que se puedan derivar responsabilidades por la posible imprudencia o negligencia de los padres.
Y sí, es cierto que en estudios observacionales se ha observado que la mortalidad parece ser superior en los bebés que nacen fuera del hospital comparados con los que lo hacen rodeados de la ingente cantidad de medios humanos y técnicos hospitalarios (el riesgo de mortalidad en el hospital oscila entre el 4 y 9 por cada 10000 partos y fuera de él entre 7 y 20 por cada 10000 partos, diferencia que desaparece cuando los partos extrahospitalarios se asisten por personal sanitario acreditado), pero eso no da pie a enjuiciar a nadie en nombre de la ciencia y de la justicia. Y menos a quien decide voluntariamente sobre algo que sólo ellos pueden decidir.
¿Debemos perseguir a un padre que prefiere que su hijo juegue en la calle, cuando todos sabemos que tienen más riesgo de muerte accidental que en un patio vecinal privado? ¿Debemos juzgar la vida y las decisiones de los demás, cualesquiera que éstas sean? ¿Hay que juzgar a quien no lleve una vida perfecta, exenta de imprevistos, privada de riesgos? ¿Criminalizamos a quien se salga de los estrictos cánones de los dictámenes de los expertos, los enviados divinos que deciden sobre la vida y sobre la muerte (ajena)? ¿Porqué buscamos culpables para la muerte natural, cuando la muerte es algo que forma parte de la vida misma?
El tema de los inquisidores, de los que mandan a la hoguera a los diferentes es …. igual al de hace siglos. En fin, nada nuevo bajo el sol ….
«Y menos a quien decide voluntariamente sobre algo que sólo ellos pueden decidir.»
Bien: yo puedo decidir ir sin cinturón en el coche. Podremos discutir si es ético que lleve a mi hijo sin cinturón (o que beba durante la gestación, o que fume en su presencia), en tanto que atañe a otra persona Del mismo modo que podremos discutir que luego los impuestos de todos paguen mi asistencia. Pero si luego alguien dice que soy gilipollas porque no puse todos los medios para evitar mi muerte, no se le puede acusar más que de hablar claro.
Cierto, podemos salir a la calle y atropellarnos un camión. Pero, al menos yo, miro a ambos lados antes de cruzar.
EC-JPR
Hace unas semanas vi un episodio de comando actualidad. Este, precisamente. En él, una pareja feliz había acordado con el tocologo de una clínica privada el día del nacimiento. Una decisión personal de los padres de forma conjunta con el profesional. Ingresa la mujer encinta el día acordado, le van poniendo la oxitocina, el parto no progresa y al final cesarea.. De cajón de madera de pino… Lo pasan por televisión. Y a nadie le extraña. Ningún comentario. A pesar de ser un parto de lo más antinatural todo el mundo lo ve como algo normal. Pero, ¿y si hubiese muerto la niña? Las complicaciones de una cesarea no son pocas… Pero como entra dentro del ambiente normalizado de la medicina nadie se escandaliza de algo que rompe toda lógica y que expone al niño y a la madre a riesgos innecesarios.
Nadie se hubiera escandalizado si la pequeña hubiese muerto en el hospital. Y morir mueren niños en el parto, y madres también, todos los días, en todos los rincones del mundo… ¿NO somos capaces de asumir que vivir es un puro riesgo de morir?
[…] This post was mentioned on Twitter by Juana Talavera and Clara Benedicto, Enrique Gavilán. Enrique Gavilán said: Buscando culpables a la muerte de un bebé que nació en casa: http://wp.me/pD3FL-ZW […]
EC-JPR
No puedes decidir ir sin cinturon en el coche. Esta prohibido por el codigo de circulacion. Tampoco eres libre para ir o no con casco en moto. Ambas cosas van en contra de la ley y te pueden penar por ello.
Un penoso caso que sirve para reflexionar sobre las «caza de brujas» y el riesgo de los «integrismos». De todos los signos. Incluso los basados en la evidencia (poca, en este contexto).
Un drama.
Lamentable la caza de brujas.
Me pregunto (por desconocimiento de las circunstancias concretas del caso) qué nivel de información y libertad había en la decisión. No digo que no lo hubiera, digo que desconozco en qué grado eran conscientes de que que se torciesen las cosas era una opción (sí, también en el hospital, aunque quizás con más facilidad para actuar de forma más rápida).
Y lo ilustro con otro ejemplo. Más de una mujer y de dos me ha «confesado» desconocer el riesgo de aborto espontáneo que supone someterse a una amniocentesis (tras haberse sometido a ella). A quien le va bien, miel sobre hojuelas; pero quien sufre un aborto espontáneo sin conciencia de que es una posibilidad real (1 de cada 200 aproximadamente).
Pero discrepo con Drbonis… quizás cuestión de matiz: sí, puedes decidir ir sin cinturón en el automóvil, sin casco en la moto, saltarte un semáforo en rojo o conducir tras haber bebido (a pesar de creer que esas decisiones demuestran poca inteligencia). Las estadísticas así lo atestiguan.
Otra cuestión diferente es, con accidente o no de por medio, que seas «cazado» y sufras las consecuencias (económicas, de puntos del carnet…).
¿Quién te impide tomar esas decisiones? ¿Acaso sólo nos mueve el palo y la zanahoria desde el exterior? ¿El problema es la multa o los puntos de menos en el carnet de conducir? Pues parece que para más de uno y de dos, así es, lamentablemente.
Esta tremenda manía de criminalizarlo todo en las sociedades «avanzadas» nos lleva a reconsiderar la esencia misma de la libertad. Es importante poder decidir lo que compete a uno mismo siempre que no afecte a los demás.
@Enrique Gavilán:
«Pero como entra dentro del ambiente normalizado de la medicina nadie se escandaliza de algo que rompe toda lógica» Ah… ¿no? Coño, pues no es lo que yo percibo al comentarlo con otras personas: en ejemplos como el que pones de sobreintervención médica innecesaria (cuyo paradigma son los re-re-recauchutados plásticos), he oído muchos comentarios del tipo «¿qué esperaba?», y pocos de «pobrecito, ¡quién iba a pensar!».
En cualquier caso, tu apreciación sobre aprobar un comportamiento (libre elección) en un caso y reprobarlo en otros evidencia la incoherencia de quienes lo juzgan diferentemente, pero no que la reprobación sea incorrecta (o la aprobación, correcta).
Aquí no se trata de parir en el hospital o fuera. Se trata de intentar poner los medios para evitar un evento indeseado. Insisto: yo miro a los dos lados antes de cruzar.
@Drbonis:
En otra persona pensaría que no ha entendido el ejemplo: contigo asumo que quieres buscarme las cosquillas 🙂 Por eso añadí lo del alcohol en la gestación o el tabaco ante un niño. Como médico de familia, tú podrás poner mil ejemplos más satisfactorios que yo: mantener sexo esporádico sin preservativo, fumarse una cajetilla diaria, etcétera. Ninguno de ellas están penados, y todos entran dentro del libre albedrío. Pero todo el mundo reconocería la parte de culpa del individuo si finalmente se contagia de una ITS o le sale un cáncer de pulmón.
EL caso que te ponía era el de un parto programado en el hospital bajo cesárea. Dos elementos que somenten a la madre y al feto a riesgos inncesario: el que el parto sea en el momento que decidamos y no cuando la naturaleza decida, y puesto que el parto no progresa una cesarea. Yo no juzgo de forma diferente. Si se trata de poner «elementos para evitar eventos inncesario», como tu mismo propones, pongámoslo siempre, y no sólo cuando nos convenga.
Y otra cosa: se trata de minimizar riesgos, sí, pero se trata también de aceptar que hay siempre en la vida cosas que no podrás calcular ni ponderar, habrán mil fuentes de riesgo que no puedas minimizar y que están ahí, y cuando suceda lo que tenga que suceder por mucho que intentemos evitarlo pasará, sencillamente porque sí. Y llegado ese momento habrá que aceptarlo como tal, sin intentar buscar porqués ni culpables… Es imposible controlarlo todo, es un gran mito de nuestra época vendernos que todo es evitable si ponemos medios para remediarlo.
Saludos
La pregunta es si debe ser obligatorio el parto hospitalario.
Pues puede que sí. Desde luego, será más seguro. Y está en juego la vida de un ser indefenso. ¿Por qué dejar que sea optativo? ¿Por tradición?
Tradicionalmente se ha fumado y lo hemos prohibido. Y eso que no afectaba a un tercero.
Yo creo que sí. Parto hospitalario obligatorio. Debate abierto.
Desde luego, Emilio. Es lo que tiene la medicina defensiva, que hace que los profesionales sanitarios estemos más tranquilos, nos sintamos más seguros, aunque sea a costa de producir incomodidades y someter al paciente a riesgos innecesarios a costa de nuestra tranquilidad. El ejemplo del tabaco, como lo es el ejemplo del conducir más o menos rápido que dio el fiscal en uno de los recortes de prensa que traje, no es muy afortunado: el parto domiciliario no es mucho más arriesgado que el hospitalario (a decir de los datos) y conducir rápido es ilegal.
Un abrazo,